miércoles, 8 de junio de 2016

"Harry Potter y el cáliz de fuego" de J.K. Rowling

  "Décimo tercer libro del año"


   Hace una media hora, más o menos, terminé con “Harry Potter y el cáliz de fuego”. Antes de arrancar con alguno de los libros de la saga uno ya sabe inevitablemente que está por consumir una obra de calidad (por tratarse de un best seller consagrado hace años y por el éxito de la versión para cine), de igual manera la sensación que te abraza al terminarla es impagable e impredecible en cierto punto.

   Al ser un libro de seiscientos treinta y cinco páginas me demoré algo más de siete días en terminarlo. A pesar de lo prolongado el ritmo que maneja es muy fluido, el manejo de los capítulos está muy bien logrado. Nada está contado porque sí, eso hace que se descarte la presuntuosa idea de que deberían haberlo hecho en una edición más corta.

   El protagonista ya tiene catorce años. Su cuarto año en Hogwarts comienza con el gran atractivo del “Mundial de Quidditch” un deporte que practica en la escuela de magia y que lo hace muy feliz, es su cable a tierra. Sin embargo, la historia de su pasado lo persigue y los desafíos no cesan para Harry Potter.

   Como me pasó en el título anterior “HarryPotter y el prisionero de Azkaban”, se torna levemente tedioso lo reiterativo e informativo que se vuelve por momentos el narrador. Hubo carillas donde encontré el nombre de Harry mencionado más de cinco veces, y así con otros personajes. La trama es tan consistente y de un peso enorme que vuelca la balanza positivamente sin dudas.

   Los giros argumentativos son de lo mejor. Se justifican en los personajes excelentemente compuestos y complejos. La historia va y viene en el tiempo de la mano de los diálogos con una cintura soberbia. Esto permite a Rowling mantener una tensión, una necesidad de seguir leyendo, de querer saber más imperiosa.

   Otra de las cosas que me tiene extasiada, es lo que creo haber mencionado en la reseña anterior, la claridad en plasmar valores tan bien definidos en los tres protagonistas (y en el resto por supuesto). Es decir Harry, y sus dos amigos Ron y Hermione. Son muy distintos entre sí, la autora juega con estas diferencias y se nota la transición que atraviesan a lo largo de los títulos. Un ejemplo de esto quizás un poco básico, pero es el que se me viene primero a la mente en este momento, en una pelea Ron que en libros anteriores se contenía de decir malas palabras, esta vez cruza el límite y dice por lo menos dos insultos explícitos. Al leerlos uno quizás piensa en un mal mensaje para el niño/a que esté con el libro en sus manos. Pero la verdad es que está tan bien logrado, se justifica porque el personaje sufre bullying por parte de Draco Malfoy que insulta gratuitamente a su familia(un chico realmente desagradable) durante los cuatro años de Hogwarts que llevan cursando. Es un signo de que llegan a cierta madurez donde el carácter va tomando mucha forma y se expresa libremente.

  En fin, a estas alturas ya no tengo retorno. Al parecer me encuentro en un camino de ida. Junto a la portada del libro hay un muñeco de Lord Voldemort que denota cierto fanatismo en ascenso.

¡Por suerte queda mucho por delante!