sábado, 13 de agosto de 2016

"Frankenstein" de Mary Shelley

   "Décimo cuarto libro del año"


   Este libro inconfundible formó parte de un número mayor de libros que me regalaron hace unos meses. Géneros variados. Era lo que menos me importó. Para un lector, que mejor que recibir casi una veintena de libros de regalo.

   Los cargué en el auto y fui feliz durante toda la vuelta a casa. Acomodarlos en una de las estanterías de mi humilde biblioteca fue otro momento de placer.
En fin, tardé un tiempo en encarar esta lectura. Uno de los propósitos de este año era adentrarme a los grandes clásicos. Así que acá estoy comentado uno muy grande.

   Es interesante como se originó la historia. Fue por medio de un juego. En sus comienzos Frankenstein era solo un cuento. Cuento que Mary escribió una tarde en compañía de sus amigos cuando se propusieron como juego inventar historias de terror para matar el aburrimiento del campo.

   Con el tiempo lógicamente pasó de ser una breve historia para desarrollarse como novela en el formato que conocemos actualmente.
Uno de los aspectos que más me gustó fue como la autora incluye el formato carta y como juega con los narradores. Alguien cuenta lo que otro le está contando. Luego cambia y el narrador se transforma en primera persona. Muy interesante las variaciones.

   A grandes rasgos uno puede advertir de que acaba de leer una crítica bien explicita hacia la humanidad y a sus miserias humanas.
Otro de los temas que plantea, la mayor parte del libro, es la responsabilidad que le compete al científico y a la ciencia toda, para con la sociedad.
¿Qué es lo correcto y que es lo que traspasa la ética dejando de ser un servicio en función del progreso?

   El protagonista se ve conflictuado, reflexionando permanentemente sobre sus conocimientos, el rumbo que van tomando, qué resultados logra y pretende lograr a futuro.
Un punto a criticar podría ser la reiteración de los pensamientos a los que se ve sometido el protagonista. Se entiende que está atravesando momento de conflicto pero se vuelve un tanto tedioso leer lo mismo dicho de varias maneras.

   En fin, disfruté mucho de esta historia.


   Con el correr de los clásicos voy entendiendo porque se vuelven indispensables tenerlos en haber.